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domingo, 9 de octubre de 2011

Cosmovisión Villanesca

Cuántas veces al escuchar una historia nos hemos preguntado, qué te hace ser el héroe, la víctima o el villano? Por qué no poder ser las dos cosas a la vez? A quién tienes que rendir cuentas de ser así? Y sobre todo, cuál es la delgada línea que los separa? 
Al fin y al cabo, cuando preguntan a cualquiera, qué papel le gustaría interpretar en una obra, indudablemente la respuesta es el de héroe. Sin embargo, admitirá siempre que ser villano resultaría mucho más divertido. Será porque serlo, no necesariamente te convierte en un monstruoso ser, desquiciado y huraño; sino también, en un galán con soberbia inteligencia y poder, capaz de despertar pasiones como ninguno?
Empero, lo que notamos hoy en día es esa conexión muy cercana entre villano y  víctima. Peculiar mezcla. Lo que ha permitido descartar la idea de nacer con el gen de la maldad; matizándola más bien, como un sesgo adquirido en el transcurso de nuestro camino a la adultez; causada por sinsabores, marginaciones e inadaptación a nuestro entorno. Todo ello, a tal punto de convertir a aquella alma inocente y buena, en un ente corrupto y deshumanizado, portador de todos los males de la sociedad en la que vive.
Pero tenemos que reconocerlo, nuestra historia fue forjada por villanos. Sin la valiosa contribución de Adolfo Hitler en Europa, o hasta el mismísimo Hernán Cortés en Centroamérica, no se habrían hecho nuevos descubrimientos, planeado nuevas estrategias de combate, ni siquiera desarrollado nuevas tecnologías, y menos aún fundado asociaciones que defiendan los derechos humanos.
El papel de los villanos en la historia de la humanidad ha sido vital. Nuestra sociedad evolucionó a pasos agigantados gracias a toda la maldad que infundieron y a todas esas almas que cargaron a su cuenta.
A pesar de todo ello, gozaron de innegable respeto colectivo. Fueron admirados y temidos  por su indudable inteligencia,  gran valor en la contienda y astucia. Considerados héroes nacionales por muchos, y despreciados por otros. La misma historia se encargó de condenarlos, desmantelar sus ideas, y hacer que sus póstumas generaciones lleven su cruz.
Pero no todos los villanos corrieron con igual suerte. Muchos de ellos al convertirse en villanos accidentales, trataron de redimirse para alcanzar el perdón social. Es el caso de grandes científicos, cuyos inventos son considerados materializaciones de la malevolencia humana. Como el célebre químico, Alfred Nobel, inventor de la dinamita, que a pesar de acumular una enorme riqueza, guardó un complejo de culpa por el mal y la destrucción que sus inventos causaron a la Humanidad en los campos de batalla. Creando antes de su muerte la Fundación Nobel, para aquellos  que hubieran realizado el mayor beneficio a la humanidad.
Demostrando una vez más que la bondad impera la malicia y desembocando quizás en una absurda misericordia colectiva.

Dime,…. ¿y tú qué rol cumples?